18 de septiembre de 2010

Miedo de qué?

Y finalmente no entiendo a qué le tuvimos tanto miedo. Pasamos por cosas peores a lo largo de este tiempo juntos, y de una u otra manera las superamos. ¿Qué pasó? No sirve de nada tratar de adivinarlo, y te podría preguntar, pero tampoco creo que me lo digas. Tal vez no supe encontrar el justo medio entre "soy egoísta y quiero mi espacio" y "no me gusta sentir que no nos importan los asuntos del otro".

Como te dije una vez, creo que nuestros defectos coinciden tanto que se duplican. Somos egoístas, inseguros, intolerantes, caprichosos y odiosos a veces. Ansiamos los momentos de soledad pero queremos acompañarnos. Queremos compartir, pero tal vez no demasiado. Somos orgullosos, somos sensibles y somos, ante todo, vulnerables.

Voy a permitirme decir que creo que le temes al "te quiero". Te da miedo la expectativa que puede generar en alguien más el hecho de quererte... te da miedo no cumplirla. Te da miedo también tu propia vulnerabilidad, tu capacidad de amar... ¿tal vez temes que no sea suficiente? Le temes al poder que tienes de lastimar a la gente, aunque aparentes que lo haces sin que te afecte. Le temes al futuro. Te temes a ti mismo.

Yo... yo también. Tengo miedo de mi sensibilidad, de mis expectativas, de mis ilusiones, de mi neurastenia, de mis manías, de las expectativas del otro, de mis limitaciones, de mi egoísmo; de mi por momentos excesiva independencia; miedo al fracaso -o al éxito según decía mi terapeuta-, miedo a equivocarme y miedo a arrepentirme.

Y así seguimos, juntos pero cada uno en su camino, sin arriesgar y sin soltar, sin decir sí y sin decir no, cuidando no acercarnos ni alejarnos demasiado...

No sé si elegimos estar así o simplemente vamos dejando que las cosas se den solas. No sé si esto es lo que queremos o lo tomamos simplemente porque ahí está. No sé si caminamos en la misma dirección, si tenemos algún destino común o solamente somos compañeros temporales en una intersección de nuestros caminos individuales.

Y sin embargo, todo lo que no se define y avanza, termina por estancarse y desaparecer... tal vez vamos juntos hacia allá.

11 de septiembre de 2010

....y coincidir

Como dice la canción... Pero antes de entrar en materia quiero hacer una aclaración gramatical: mucha gente confunde "coincidencia" con "casualidad" y usan expresiones, por ejemplo, como "fue pura coincidencia" queriendo decir que fue algo no planeado o inesperado. Uno puede coincidir por casualidad con otra persona, pero la coincidencia en sí misma no implica casualidad, me explico?

Aclarado el punto, ahora sí, me pregunto con relación a este tema si lo que llamamos coincidencias que se dan en nuestra vida son algo que atraemos de manera inconsciente o semiconsciente; si simplemente están ahí para tocarle al primero que se atraviese; o si son situaciones o personas que nos pone enfrente el destino a cada uno en particular?

Honestamente no puedo responder estas preguntas, pero el hecho evidente es que, sea cual sea la respuesta, cuando hablamos de encuentros interpersonales encontramos que al mismo tiempo que hay personas que llegan a nuestra vida para quedarse, existen personajes maravillosos que entran y salen rápidamente de nuestra vida y de los que no volvemos a saber nada; muchas veces no nos percatamos de la importancia de ellos hasta mucho tiempo después. Por eso siempre he dicho que no hay que desestimar o devaluar ninguno de estos breves encuentros, de verdad nunca sabemos las vueltas que da la vida. Esto aplica en relaciones de amistad, romance, familia (sí, porque no por estar emparentados necesariamente nos queremos o nos llevamos bien o nos frecuentamos ¿cierto?).

Y todo este rollo es para centrarme en el tema de la amistad. Algunos tenemos la fortuna de contar al menos con un amigo... AMIGO, totalmente incondicional, que nos conoce al derecho y al revés y nos acepta con todo el paquete: lo bueno, lo malo, lo maravilloso y lo peor que tenemos. Esos que más que amigos podemos llamar "hermanos". En mi caso cuento con dos o tres de estos gurús que han sido pieza clave en mi vida, que me han hecho mejor persona y han estado en las buenas y en las malas, que siempre tienen un oído o un hombro que prestarme, una palabra o un abrazo que regalarme, y es por eso que me pregunto de vez en cuando qué tanto de casualidad hay en que nos hayamos conocido, en que hayamos cruzado las primeras palabras habiendo podido simplemente ignorarnos o teniendo otras veinte opciones de personas con quienes hablar en ese momento, que eran igualmente agradables.

No he llegado a una conclusión y creo que de hecho la respuesta es lo de menos, pero el tema me resulta muy interesante. Por ejemplo: que hayamos escogido la misma universidad y por casualidad (o no?) nos hayan asignado al mismo grupo; que me hayas preguntado la hora a mí y no a la que se sentaba del otro lado, y eso haya sido el detonante de muchas pláticas por venir.

Suena muy cursi pero de alguna manera creo que las almas semejantes se llaman y se atraen (no hablo de encuentros amorosos), escuchan cuando otra las necesita y acuden al llamado, muchas veces sin saber cómo ni por qué. Yo, por ejemplo, no recuerdo las primeras palabras que crucé con mi actual mejor amigo; no tengo registrada la primera vez que hablamos, qué nos dijimos ni por qué me cayó bien... de verdad es algo que se borró de mi disco duro, pero aquí estamos 12 años después, siendo igual o más amigos que antes, descubriendo de vez en cuando una semejanza nueva entre los dos de la que no nos habíamos percatado; dándonos la mano cada vez que lo necesitamos... Quiero pensar que aquél día de alguna manera su alma escuchó a la mía, que necesitaba un amigo como él, un apoyo, un confidente y un cómplice... y de entre toda la gente que estaba ahí (más de 100), nos acercamos de alguna manera y sin razón aparente.

En fin, esa es mi teoría: la gente que llega a tu vida llega por una razón, aunque ambos la desconozcan. Llegan para decir esa palabra que necesitabas, darte ese pequeño empujón o infundirte el granito de confianza que te faltaba para hacer algo; llegan para enseñarte alguna lección que te urge en ese momento aunque no lo sepas... piensa en retrospectiva sobre la gente importante de tu vida y verás que todos llegaron en el momento justo... porque te escucharon.