30 de septiembre de 2013

¿Y a los 33?

Siguiendo la auto-instaurada tradición de escupir aquí mis aprendizajes, descubrimientos y metidas de pata del año (mi año personal), les dejo las lecciones de mis 33, a mes y medio de haber cumplido mis bellos 34.

Creo que el mayor descubrimiento o redescubrimiento, es ese de que nunca sabes por dónde salta la liebre, o que las cosas las encuentras donde menos piensas, o que el objetivo para hacer algo a veces no se cumple, pero lo que consigues resulta, además de impredecible, mucho mejor de lo que tú te imaginaste. Por ejemplo:

- Lo mejor que me ha dado el baile, en específico el Hip Hop, además del placer de hacerlo porque puedo, son dos amistades invaluables: JC y Zuka. Y a su vez, de ambos he aprendido de perseverancia, de lo que en mi pueblo llamamos "tener huevos" y respeto por uno mismo, de lealtad, de valentía para ser uno mismo. Me han enseñado con el ejemplo que vale la pena luchar por los sueños, que no estoy tan mal de la cabeza o al menos que hay más como yo. Me han enseñado de empatía, de lo que realmente importa, de complicidad, confianza, de almas gemelas, de cariño desinteresado. Y hay una tercera persona que no puedo dejar de mencionar y a la que admiro muchísimo: Mylene, bella por dentro y por fuera, de las que le sonríen a la adversidad y sacan fuerzas nuevas no sé de dónde; de las que saben tropezarse y seguir adelante con clase y con la mejor actitud. Ella fue quien finalmente me dio la oportunidad de iniciarme como teacher en estos menesteres del baile.

- Lo mejor que me dejó mi paso por la UP, no fue el título profesional que me da de tragar, fueron mis amig@s: Rocío, Paty, Katia, Dammariz, Mario, Paulino, Yanette, Manuel, Mauricio A., mi amigo y asesor de tesis MA Lugo (el gran genio incomprendido). Y ¿quién lo dijera? la persona que 10 años después (en 2013) sería el amor de mi vida por cuatro largos meses... pero esa es otra historia.

- Lo mejor de mi paso por la Walmar no fue el aprendizaje en cuanto al trato con la burocracia, derecho administrativo, prevención de riesgos, etc., sino las pocas personas que a la fecha están pendientes de mí -más que yo de ellas, he de reconocer no sin pena-, que me quieren desinteresadamente y que han estado ahí en momentos cruciales; esas raras personas que pueden sentarse y escucharme hablar dos horas del drama o el festejo de turno, sin interrumpirme, sin darme el avión, y con el plus de opinar objetivamente y hasta darme consejos de máster. Y, al mismo tiempo, me halagan sobremanera dejándome conocerlos, abriendo sus corazoncitos madreados o compartiendo sus ideas conmigo: Fernando, Vindri, Lali, Isra... los quiero.

- Lo mejor que me dejaron mis tres años y medio de litigio familiar y civil, no fue aprender a moverme en un tribunal, fue, en primer lugar, al oportunidad de escuchar a tanta gente que necesitaba un desahogo y hacerla sentir mejor sólo con escucharla... ya si se rajaban de demandar o se aventaban con todo, era lo de menos. En segundo lugar, el amor y la amistad de una de las personas que más quiero, admiro y respeto en la vida: Lupita, mi segunda madre. Otra, la oportunidad de trabajar en el mismo lugar con dos de mis mejores amigas, y finalmente, conocer a Moy, a Pitus, Sandy... mis abogados estrella.

- Lo mejor que me dejó la última vez que me enamoré (y que no fue hace tanto, de hecho todavía me estoy desenamorando) además de la emoción de saberme capaz de amar tanto, de extrañar, de ceder, de futurear... fue la enseñanza, aunque de la manera menos sutil o, lo que es lo mismo, a chingadazos, de que aunque tengo mucho que repasar, mucho que aprender y mucho que mejorar aun en lo que respecta a mi autoestima y los límites que pongo a los demás, aunque todavía cojeo mucho de ese pie y no me hace gracia, he crecido y madurado mucho al respecto -mi reacción al último revés existencial me lo acaba de confirmar-, y eso me tiene contenta y orgullosa de mi misma, a pesar de lo que duele y de lo que se perdió en el camino.

Este idilio (ah pinche palabra) me enseñó lo linda y entregada que puedo ser, y a la vez lo poco que me puedo llegar a respetar, lo incongruente y lo control freak que soy; que mi intuición está cabrona (aunque me quieran marear con que no ande pensando cosas "malas" porque yo misma provoco el cumplimiento de mis profecías inventadas), pero que no hay que leer entre líneas, que hay que disfrutar las cosas mientras duren a menos que algo simplemente no se sienta bien, aun si no entiendes bien por qué... no, no estás loca. Veo que aun me dejo manipular muy fácil, me engancho con cualquier cosa; aprendo de nuevo que la gente es como es y no voy a conseguir cambiar a nadie. Que si alguien se va, hay que dejarlo que se vaya, y que los círculos aún abiertos los puedo cerrar sola, aunque lo dude, aunque me auto engaño con que no puedo como pretexto para no dejar ir, aunque duele peor que un balonazo en la nariz... puedo. (Y por si no lo adivinaron, es la misma persona de los 10 años después que menciono arriba).

- Por último Caro, mi terapeuta, me ayudó más de lo que se puede imaginar. Tengo pendientísimo hablarle y disculparme por dejar de ir cual chacha, sin avisar, porque me fui de viaje y luego ya no tuve dinero -sigo sin dinero-, pero por lo pronto, material hay, pues tengo toda una lista de cosas que tengo que poner en práctica con más enjundia.

Y pues, mayormente esas fueron mis reflexiones de estos 33 aunque incluyen sucesos de hace más tiempo. Me largo a cargar mis 34 por otro largo año.


7 de septiembre de 2013

Estando contigo sin ti

Encontré este viejo "algo" en una libreta igual de vieja. Lo escribí a principios el 2006, con alguien en mente a quien llamaremos "V". Hoy lo releí, y aprovechando lo vivido en este largo inter, le hice pequeños ajustes y agregué algunas líneas que no se ciñen a la historia con "V"... pero igual venía al caso la mezcla y me gustó el resultado:

Estar contigo es no dejar de pensarte,
es abrazarte y sentirte a pesar de que no estás;
es besar un deseo, venderme una ilusión,
hacerle el amor a un espejismo siempre por "última vez".

Es soportar más de un adiós al mes,
aceptar la incertidumbre de un después;
es planear conmigo misma la historia de los dos;
es saber que es imposible y pretender que puede ser.
Es soñar, huir del despertar y con mi sueño ser feliz...

Estar contigo debería ser tocarte, amarte sin miedo, sentarme a tu lado para conversar. 
Pero estar contigo es mucho más que estar presente,
y estoy contigo a mi manera,
pues amar, me has dicho tú, no es un sentimiento sino una decisión;
sin embargo, ya ves, no es tan sencillo, sobrepasa por mucho la intención

Intención que matan historias ajenas, viejos fantasmas repartiendo miedos;
la matan los límites que nos imponemos o se nos imponen a nuestro pesar;
la mata el despropósito, la mata el silencio, el egoísmo, la distancia...
la mata, finalmente, la decisión de matarla.