27 de julio de 2012

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Por fin alcancé la edad de Cristo... y ¿qué les digo? Sigo sin hacer nada con mi vida que me compre el pasaporte a los libros de historia, o me financie un monumento en alguna glorieta o parquecito pitero. Pero llegué y según los que saben en temas de automotivación, eso es lo que cuenta, y como que me siento con ganas de estar de acuerdo con ellos.

Llegué, y llegué bien. ¿Que qué es "bien"? Ok, trataré de ilustrarlo:

Estoy sana. Puedo tener achaquitos y secuelas, pero no tengo ninguna enfermedad, ninguna incapacidad que me impida pensar, moverme, cantar, bailar, ir y venir, hablar, aprender.

Tengo un trabajo. Tal vez no soy la más abogada -cosa que me hace más especial, sin duda, já- pero me gusta mi trabajo, me gusta la gente con la que convivo en la oficina todos los días, me gusta el giro de la empresa y me gusta quién soy ahí. Tengo dos grandes amigas en Paty y Alicia. No me pagan un sueldazo, eso es un hecho, pero he sobrevivido y he ahorrado algo cuando mucha gente no se puede dar ese lujo en estos tiempos.

Tengo casa. Gracias a mi madre que no me ha corrido de ahí, pero nadie me mantiene. Digamos que me ahorra la renta, pero yo aporto una mensualidad, yo pago mi propio súper, mantengo a mi perro, compro mis muebles y me cubro cualquier necesidad. Eso me da tiempo y calma para ahorrar y seguir buscando el lugar en el que quiero vivir.

Tengo una familia un poco disfuncional pero unida. Tengo aun a mi madre, aunque mi papá prefirió adelantarse. Tengo a mis hermanos y mi hermana que aunque me provocan más de un disgusto, los quiero, son mi gente, mi pasado y mi presente. Tengo tres hermosos sobrinos, una cuñada que es mi ídolo por haberse ganado a mi hermano menor como lo hizo. En fin, los tengo y me tienen. Nunca me ha sobrado nada, pero tampoco me falta.

Tengo amistades, algunas de siempre, otras nuevas y otras han pasado al RIP-mode porque así lo decidí (de hecho algunos no se han enterado). Y agradezco todos los días a la vida por esas que siguen ahí a pesar de todo, por esos nuevos hermanos y hermanas que me ha puesto en el camino, y también por esos que se han ido al carajo porque no aportan y sólo malvibran. Agradezco la lealtad de mi gente, su oído, sus palabras oportunas, sus detalles y, sobre todo, su cariño.

Tengo mi biblioteca y chingos de música. Y tengo un perro sociópata que me adora y a todos les mienta la madre menos a mí... y lo amo.

Últimamente he estado angustiada por la falta de un proyecto de vida concreto. Que no sé si me quiero casar, que no sé si quiero hijos, que no sé hasta cuándo ser abogada, que hago de todo pero a medias... Pero ¿saben qué? Resumiendo y echando un ojo hacia atrás creo que no tengo mucho de qué quejarme por más que me guste el drama. Creo que debo estar contenta y agradecida hasta por los putazos recibidos... aunque vaya que a veces necesitamos más de uno para entender el punto. Y no es que quiera justificar mi falta de proyecto con una pretendida felicidad, quedándome por siempre en la mediocridad. No, no. Ya me iré armando algo pero angustiándome no lo voy a lograr, finalmente no tengo comprada ni la hora que viene, por lo que quiero disfrutar mis días, mis horas, mis fracciones de segundo... Qué hueva que se te acabe el veinte preocupándote por los siguientes 10 años. Es una frase tan cliché, pero tengo que usarla: hay que vivir hoy el hoy; y complementando con Bucay: hay que llorar hoy por lo de hoy y no por lo que pasó ayer; enójate por lo de hoy, sonríe por el hoy y sueña y construye con lo que tienes hoy (ok, sólo la primera parte la dijo Bucay, pero la idea es la misma).

No soy buena soltando el lastre de ayer, tirando mis culpas, olvidando gente ni momentos. No lo soy. Soy experta en autoreproches y en el perfeccionismo paralizador, experta en desidia y autosabotajes. Pero tengo mucho que aprender y que cambiar al respecto, mucho que experimentar y, por ahora, ese es mi mayor proyecto.

Gracias vida, gracias Dios, gracias papás (por traerme al mundo), gracias amigos por la paciencia y gracias a mí por seguirle chingando.

14 de julio de 2012

Dos grandes verdades

Y para no perder la costumbre de las frases mágicas, ahí les voy. Estas dos me pegaron como bat en la espinilla. Tengan:

“The quality of your life is in direct proportion to the amount of uncertainty you can comfortably deal with.” ~Tony Robbins

No pues ya me pasaron a joder. No mamen, nunca había conectado ambos conceptos: calidad de vida y tolerancia a la incertidumbre pero ahora me queda muy claro por qué vivo con un maldito hoyo en la panza (angustia le llaman a veces) y un costal de ansiedad que no se me quita con nada. Aclaro que no es que mi vida sea miserable y cosas así, pero sí la sufro como al triple de lo que sufre alguien más... "normal". Soy hipersensible (desde ahí estamos jodidos), soy control-freak hasta la pared de enfrente (nos jodimos más), y un nivel de intuición-percepción que da miedo y en el q no acabo de confiar al 100% supongo xq la mayoría de las veces no me gusta lo que "veo". ¿Cómo esperar que salga algo bueno de esa combinación? 

No tolero no entender algo, no saber que pasa, que las cosas cambien sin que yo lo haya pedido ni hay hecho nada para conseguirlo, no tolero que el desenlace de algo importante no esté únicamente en mis manos. Y es cagante porque las cosas son así: hay trillones de cosas que nos afectan directamente pero están fuera de nuestro control, la mitad de la gente nunca te va a hablar con la verdad al 100% y te vas a dar cuenta... y tómala, a lidiar con su derecho a "guardar silencio" porque hacerlos hablar a putazos no aplica; la gente cambia, la vida cambia y aunque te metas un madrazo en uno de esos giros, el hecho de que tú decidas no cambiar al mismo ritmo, no obliga a nadie a permanecer en el mismo estado; nadie está obligado a la reciprocidad en nada, y yo sigo queriendo creer que no por obligación sino naturalmente, esa reciprocidad "se da". Qué pinche sandez. El punto es que tengo un tema severo con el control.

Me da miedo la incertidumbre como a todos, pero hay gente más ecuánime, que acepta sus limitaciones. Yo tengo un puto complejo de omnipotencia que Dios nos agarre confesados. La consecuencia natural de ello, claro, es vivir angustiada cuando siento que algo se me va de las manos, que no puedo ayudar a alguien, que esa persona a la que quiero ya no me quiere, que siento que esta otra no me está hablando derecho y no puedo obligarla a hacerlo. 

Últimamente trato de respirar, de aceptar esas cosas fuera de mi alcance y ahí la llevo con mini avances pero neta, me está costando un huevo. En fin, pasemos a la segunda gran verdad.  

We aren’t searching for truth or clarity or insight as much as we’re simply searching for something reliable to grab ahold of.

Esto puede venir al caso sobre todo en cuanto a religión. Una que se educó en colegios de monjas y creció en una familia muy católica, les puede decir lo raro que se siente cuando empiezas a cuestionar y te revelas y de verdad te dejas de comprar el cuento. Se siente triste y se siente un vacío. Y cada vez suena más lógico eso de que a los dioses los inventamos para no sentirnos tan perdidos, tan sin sentido, tan... así pinches. 

Y puede aplicar para otras cosas cuando eres una control freak con inseguridades fuertes. Exiges que todos te hablen con la neta al 100% (aunque no estás segura de poderlo manejar sin culpas ni reproches), quieres controlar todo y que todo sea siempre claro como el cristal. Y lo que hay detrás de eso no es valor y temeridad, sino la desesperación de sentirte segura y contenida, y pepenarte de lo que sea que te hace sentir así con la ilusión de que es eterno e inmutable de modo que si te pepenas bien, estás a salvo de aquí al juicio final. Sí, eso de "nada es para siempre" me da como prurito mental y me encabrona y me angustia y no, no lo he terminado de aceptar en mi intelecto aunque suene muy estúpido. 

Y así, son grandísimas verdades al menos para mí, de las que han derivado estas fuertes declaraciones. ¿A alguno le pasa lo mismo?