25 de abril de 2012

Noches de Boda y Frentes Marchitas

Y gracias a mi hermano mayor terminé de enamorarme de Joaquín Sabina. No es que no lo conociera, pero debo confesar que tengo no más de 5 canciones suyas en mi iPod, esas pocas que me iban gustando por tener un "algo" que las hacía sobresalir del resto para mí. Y eso sí, las que me gustan me encantan, me matan, aunque hasta ahora no llegaran a 10, pero ese "resto" la verdad me daba lo mismo.

Porque no, y disculpen mi ignorancia los fans from hell de Sabina, nunca me mató toda su música -la poca que conocía-, y con esto me refiero al estilo de ciertas canciones, esas que suenan más rockers, que no son tan lo mío... yo soy más de baladitas; nunca fui su fan aunque más de una persona cercana a mí lo es, y debo confesar que jamás me he tomado el tiempo de escuchar y conocer todo su trabajo.

Habiendo confesado mis pecados aclaro que estos no obstan para dar crédito a quien lo merece. Me guste o no el arreglo musical o el género de una canción, me guste o no la voz que la interpreta, no puedo huir de una buena letra, no puedo evitar que asalte mis oídos, secuestre mis ideas y me caiga con todo el peso en el corazón provocando un "no sé qué" que me recorre el cuerpo entero, me enchina la piel y en ocasiones me saca más de una lágrima. No, no puedo. Y en el caso de Don Joaquín ¡Dios mío! ¿qué pasa con sus letras?

Por casualidades de la vida he tenido últimamente la oportunidad  y la suerte aquí y allá de escuchar o leer las letras de dos que tres canciones de Sabina que desconocía (sí, algunas muy viejas, pero mejor tarde que nunca), y que casi desde el primer acorde quise aprender y aprehender; que me cantaron al oído haciéndome pensar, enseñándome algo o simplemente me inspiraron nostalgia por una historia ajena o un desconocido. Todos estos factores aunados a semejante sentimiento que pone al cantar, me obligaron a escuchar y querer más. Entre las aportaciones de mi hermano primero me atrapó Con la frente marchita y ahora esta belleza que es Noche de Bodas.

No voy a decir que ahora soy la más grande fan sobre la tierra pero declaro solemnemente que esas canciones de Sabina que han sobresalido para mí, que me han hecho el amor, que por razones muchas veces desconocidas me han tocado en lo profundo... son unas JOYAS, este hombre es sublime en lo que hace, y tengo toda la intención de escucharlo de principio a fin con la seguridad de encontrar muchas otras piedras preciosas entre su repertorio. Y ahí les va:

Que el maquillaje no apague tu risa,
que el equipaje no lastre tus alas,
que el calendario no venga con prisas,
que el diccionario detenga las balas,
Que las persianas corrijan la aurora,
que gane el quiero la guerra del puedo,
que los que esperan no cuenten las horas,
que los que matan se mueran de miedo.
Que el fin del mundo te pille bailando,
que el escenario me tiña las canas,
que nunca sepas ni cómo, ni cuándo,
ni ciento volando, ni ayer ni mañana
Que el corazón no se pase de moda,
que los otoños te doren la piel,
que cada noche sea noche de bodas,
que no se ponga la luna de miel.
Que todas las noches sean noches de boda,
que todas las lunas sean lunas de miel.
Que las verdades no tengan complejos,
que las mentiras parezcan mentira,
que no te den la razón los espejos,
que te aproveche mirar lo que miras.
Que no se ocupe de tí el desamparo,
que cada cena sea tu última cena,
que ser valiente no salga tan caro,
que ser cobarde no valga la pena.
Que no te compren por menos de nada,
que no te vendan amor sin espinas,
que no te duerman con cuentos de hadas,
que no te cierren el bar de la esquina.
Que el corazón no se pase de moda,
que los otoños te doren la piel,
que cada noche sea noche de bodas,
que no se ponga la luna de miel.
Que todas las noches sean noches de boda,
que todas las lunas sean lunas de miel.

23 de abril de 2012

Ese alguien invisible

Desconozco su nombre. Jamás la he visto ni de lejos y nada ni nadie me ha confirmado su existencia. Y sin embargo está tan presente... casi podría decir que la conozco.

En cada palabra que dijiste la última vez, en cada uno de tus gestos y reacciones, en tu manera culpable de tocarme, en tu forzada indiferencia y la súplica muda desde lo más profundo de tus ojos... Sí, ahí está. En esa falsa amistad que me ofreces y me niegas a la vez, a falta de otra opción; en el exceso y defecto de sutileza en cada frase -según ameritaba el momento- para decirme o darme a entender que "se acabó".

Y atentando contra mi vanidad y salud mental a veces siento que mataría por conocerla. Me he descubierto con la pregunta en la punta de la lengua "¿quién es?", o la petición más fuera de lugar "preséntamela". Tendría que estar loca para articular dichas frases frente a ti, pero es la única manera en que podría saber de primera mano qué es eso que buscabas y que no encontraste acá.

No, tú no la mencionas, pretendes que no existe pero es la inquilina principal en tu mente, la cargas en el pecho y en la manera en que me miras; esa habilidad motriz de encontrar tu mirada con la mía mientras miras más allá, mucho más lejos, porque miras con el pensamiento, porque la llamas de manera involuntaria mientras tratas de ir armando una conversación coherente conmigo.

Y me cuesta, me pesa. Le he puesto algunas caras en mis momentos más masoquistas. Pero no es sólo la cara, no. Lo que más me pesa es pensar en la actitud maravillosa que debe tener; esa independencia, seguridad, inteligencia emocional, sensualidad... Esa habilidad de intrigarte y manipularte, de tenerte a la expectativa sin que te enteres; de provocar en ti el deseo y la necesidad tirando todas tus barreras, todas tus máscaras. En fin, todo aquello que completa tu check list, todo aquello que yo tengo pero no me sentí suficientemente a salvo para mostrar... o no me dejaste.

Ese alguien invisible a quien le atribuyo el femenino, "ella"... eres tal vez tú mismo, tú y tus barreras, tú que te defiendes de mí, que te acercas y te alejas, te impones, tratas de reafirmar tu superioridad a cada momento; tú que juzgas a priori, acusas y condenas; tú que has patentado la razón, tú tan estoico, invulnerable, tan escondido tras de ti.

20 de abril de 2012

Tú, Narciso

No sé por qué me dueles tanto. Me estrujas el estómago y me partes en dos sin siquiera proponértelo. Pones motor a mi creatividad que sólo desemboca en historias escabrosas de traición que ya no distingo de la realidad, y me da miedo estar viviendo y pensando puras ficciones. Me da miedo verte, me da miedo hablarte. En secreto creo que quiero ser como tú, quiero tu control, tu seguridad, algo de tu ecuanimidad, tal vez seas esa otra mitad, el Narciso de Hermann Hesse... y yo el apasionado, intenso y sensible Goldmundo. Tal vez simplemente no tenemos nada que ver.

3 de abril de 2012

A veces me pregunto...

¿Qué sería de mis ideas, traumas, tribulaciones, enojos y alegrías sin una pluma y una hoja en blanco?
¿Qué sería de tanto sentimiento desbordado sin una melodía en la cabeza, una guitarra y unas cuantas frases que a modo de catarsis lo conviertan en canción?
¿Qué sería de mi salud mental si no hablara sola?
¿Qué sería de mi ansiedad excesiva sin un par de piernas funcionales y una gran canción de fondo?
¿Qué sería de mi vida sin mi padre, mi familia, el amor incondicional de mi perro; sin esos amigos tan escasos que aun me buscan, y entre ellos los aun mas escasos que aguantan escucharme por más de 5 minutos?
¿Qué sería de mi sed de cosas extraordinarias sin Paganinni, Vivaldi, Grieg, Mozart, Markov, Perlman, Schubert, la música Country, Michael Jackson; sin las puestas de sol, el mar, las montañas, los árboles secos, unos cuantos viajes y algunas sorpresas?
¿Qué sería de mi soledad sin esos tantos lugares que he convertido en mis refugios?
¿Que sería de mi hambre intelectual sin Ruiz Zafón, Nietzche, Hesse, Spota, Víctor Hugo, JLM Vigil, Aristóteles, Sartre, Luca de Tena, Emily Bronté, Caldwell -por mencionar unos cuantos- y sin todos mis libros mágicos?
¿Qué sería de mis sonrisas sin mis recuerdos y tesoros?
¿Qué sería de esta opresión en el pecho y este vacío en el estómago, si no tuviera lágrimas?
¿Qué sería de mi tiempo sin algo por qué llorar, algo que agradecer, algo de que quejarme, algo por qué sonreír, una canción que cantar, alguien con quien hablar, un lugar nuevo por conocer?
¿Qué sería de todos nosotros sin el arte?
¿Qué sería de mí sin mí?

Y por momentos también me intriga el futuro ¿qué será de mí cuando todos se vayan?
¿Qué será de mis miedos si te encuentro? ¿Qué será de mi orgullo si no vuelves? ¿Qué será de mi inteligencia si te creo?