9 de marzo de 2009

Cambios

La vida, nuestro entorno, la gente… todo está en cambio constante. Pero qué difícil resulta de verdad en muchas ocasiones aceptarlos, lidiar con ellos o superarlos. ¿Sería más llevadero si la vida fuera más… estática? Como una especia de retrato, de fotografía. Suena aburrido, lo sé. El problema de enfrentarnos al cambio se presenta cuando estos son involuntarios, cuando nosotros no los decidimos ni los buscamos, no los escogemos. Tal vez en esos casos lo que se espera de nosotros es simplemente adoptarlos, literalmente; abrazarlos y exprimirlos hasta encontrarles lo bueno, aunque no necesariamente los “porqués”.

Dicen que todos los cambios traen algo bueno, que siempre es para bien, aun cuando pierdes a alguien (para mí, uno de los cambios más dolorosos). Pensaría, sin darle toda la razón a esta afirmación, que esto aplica en todos los casos excepto la muerte… Pero no es así, aun en esos casos la gente dice “ya no está sufriendo”, “fue a un lugar mejor”, “ahorita ya está descansando y está más contento”. ¿Será que nos decimos todas esas cosas para consolarnos ante la incertidumbre? ¿Será que de verdad las creemos? No lo sé. Yo en lo personal he dudado muchas veces de todo esto. Evidentemente la intención no es mentirle a la gente, sino hacerla sentir mejor, pero la misma persona que está atravesando por el momento difícil sabe que no es cierto o al menos sabe que no sabe, pero se lo quiere creer, “compra” el argumento y se aferra a él como a un pedazo de madera flotante después de un naufragio.

Pero dejemos la muerte, que no es el tema principal aquí. Todos los cambios, sin embargo, y me refiero a TODOS, demandan su duelo. Éste puede durar una hora, un día, unos minutos o años, pero es un proceso que debemos atravesar por salud emocional y mental. Claro que no es facil decidir iniciar el proceso, nos resistimos, rechazamos el cambio, lo negamos. Nos aferramos. Nos sentimos de pronto abandonados, solos, tristes, deprimidos, como si la vida se acabara... y en el fondo sabemos que no es así pero el sentimiento está ahí invariablemente. El detalle es, me parece, decidir hasta dónde quiere uno que le duela, hasta dónde queremos sentirnos así, cuánto tiempo. He aprendido que es decisión de uno, y de nadie más. Que tampoco es facil, ya que en el momento que decidimos "seguir adelante" es el momento en el que sabemos que ya no hay vuelta atrás, que estamos cerrando el capítulo al 100% y eso implica un poco de valor y dolor adicionales al ya sufrido hasta el momento. Siempre queda una pequeña esperanza; no sé si tenga caso o no pero siempre la guardamos hasta el momento que decimos "basta". Y esa esperancita, dependiendo de las posibilidades que albergue, nos hace prolongar la situación o cortar de tajo con ese sentimiento de pérdida, esa nostalgia y esa frustración que no nos hace bien ni nos lleva a ningún lado, que nos hace llorar, nos angustia, nos enoja o nos da miedo.

A veces te avientas a dar el primer paso, que es el más dificil, y luego empiezas a retroceder de centímetro en centímetro... ¿por qué? porque dudas de ti, de tus decisiones, del futuro, de quién eres y de todo, lo que te lleva a soportar situaciones inaceptables, y evita que saques de una vez toda la toxicidad que has metido en tu vida. Hay que tener valor, sí, pero sobre todo, confianza en uno mismo, hay que ser nuestro propio héroe, como diría Ale Moya. Eres mucho más grande y fuerte de lo que crees.

No hay comentarios:

Publicar un comentario