3 de abril de 2012

A veces me pregunto...

¿Qué sería de mis ideas, traumas, tribulaciones, enojos y alegrías sin una pluma y una hoja en blanco?
¿Qué sería de tanto sentimiento desbordado sin una melodía en la cabeza, una guitarra y unas cuantas frases que a modo de catarsis lo conviertan en canción?
¿Qué sería de mi salud mental si no hablara sola?
¿Qué sería de mi ansiedad excesiva sin un par de piernas funcionales y una gran canción de fondo?
¿Qué sería de mi vida sin mi padre, mi familia, el amor incondicional de mi perro; sin esos amigos tan escasos que aun me buscan, y entre ellos los aun mas escasos que aguantan escucharme por más de 5 minutos?
¿Qué sería de mi sed de cosas extraordinarias sin Paganinni, Vivaldi, Grieg, Mozart, Markov, Perlman, Schubert, la música Country, Michael Jackson; sin las puestas de sol, el mar, las montañas, los árboles secos, unos cuantos viajes y algunas sorpresas?
¿Qué sería de mi soledad sin esos tantos lugares que he convertido en mis refugios?
¿Que sería de mi hambre intelectual sin Ruiz Zafón, Nietzche, Hesse, Spota, Víctor Hugo, JLM Vigil, Aristóteles, Sartre, Luca de Tena, Emily Bronté, Caldwell -por mencionar unos cuantos- y sin todos mis libros mágicos?
¿Qué sería de mis sonrisas sin mis recuerdos y tesoros?
¿Qué sería de esta opresión en el pecho y este vacío en el estómago, si no tuviera lágrimas?
¿Qué sería de mi tiempo sin algo por qué llorar, algo que agradecer, algo de que quejarme, algo por qué sonreír, una canción que cantar, alguien con quien hablar, un lugar nuevo por conocer?
¿Qué sería de todos nosotros sin el arte?
¿Qué sería de mí sin mí?

Y por momentos también me intriga el futuro ¿qué será de mí cuando todos se vayan?
¿Qué será de mis miedos si te encuentro? ¿Qué será de mi orgullo si no vuelves? ¿Qué será de mi inteligencia si te creo?

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