23 de abril de 2012

Ese alguien invisible

Desconozco su nombre. Jamás la he visto ni de lejos y nada ni nadie me ha confirmado su existencia. Y sin embargo está tan presente... casi podría decir que la conozco.

En cada palabra que dijiste la última vez, en cada uno de tus gestos y reacciones, en tu manera culpable de tocarme, en tu forzada indiferencia y la súplica muda desde lo más profundo de tus ojos... Sí, ahí está. En esa falsa amistad que me ofreces y me niegas a la vez, a falta de otra opción; en el exceso y defecto de sutileza en cada frase -según ameritaba el momento- para decirme o darme a entender que "se acabó".

Y atentando contra mi vanidad y salud mental a veces siento que mataría por conocerla. Me he descubierto con la pregunta en la punta de la lengua "¿quién es?", o la petición más fuera de lugar "preséntamela". Tendría que estar loca para articular dichas frases frente a ti, pero es la única manera en que podría saber de primera mano qué es eso que buscabas y que no encontraste acá.

No, tú no la mencionas, pretendes que no existe pero es la inquilina principal en tu mente, la cargas en el pecho y en la manera en que me miras; esa habilidad motriz de encontrar tu mirada con la mía mientras miras más allá, mucho más lejos, porque miras con el pensamiento, porque la llamas de manera involuntaria mientras tratas de ir armando una conversación coherente conmigo.

Y me cuesta, me pesa. Le he puesto algunas caras en mis momentos más masoquistas. Pero no es sólo la cara, no. Lo que más me pesa es pensar en la actitud maravillosa que debe tener; esa independencia, seguridad, inteligencia emocional, sensualidad... Esa habilidad de intrigarte y manipularte, de tenerte a la expectativa sin que te enteres; de provocar en ti el deseo y la necesidad tirando todas tus barreras, todas tus máscaras. En fin, todo aquello que completa tu check list, todo aquello que yo tengo pero no me sentí suficientemente a salvo para mostrar... o no me dejaste.

Ese alguien invisible a quien le atribuyo el femenino, "ella"... eres tal vez tú mismo, tú y tus barreras, tú que te defiendes de mí, que te acercas y te alejas, te impones, tratas de reafirmar tu superioridad a cada momento; tú que juzgas a priori, acusas y condenas; tú que has patentado la razón, tú tan estoico, invulnerable, tan escondido tras de ti.

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