25 de agosto de 2013

Sentimientos encontrados

Ese día entré a tu cuarto después de la operación. Abriste los ojos y me sonreíste con esos ojitos cansados que escondían el dolor y la incomodidad, y dijiste: "¡qué bonita te ves!" Como siempre, sin quejas a pesar de todo, y encontrándole lo bueno a cada momento. Sólo que esta vez con la variante de que esa sería una de las últimas cosas que te escucharía decir y la última vez que te vería sonreír. Hoy hace cinco años que te fuiste, que de pronto supe que ya no habría más "qué bonita", "brujita linda", "ay mijita qué boquita de carretonera te cargas"... ¡Y no jodas cómo sigo extrañando escucharlo!

¿Sabes?, hace tiempo que no lloraba -rarísimo en mí con lo chillona que soy-, y hoy pensando en ti y en todo lo que nos diste, en la profunda huella que dejaste en la gente que te conoció y en cómo hiciste lo tuyo simplemente siendo tú, para dejar el mundo un poquito mejor de como lo encontraste... lloré. El hombrecito al órgano empezó a cantar Entre tus manos, hermosa canción de ofertorio que sentí como patada en el estómago; y, como siempre, no me contuve. Ya ves que nunca me ha dado vergüenza llorar en público (aunque no traer Kleenex en la bolsa no es buena idea).

Y el punto es que tengo sentimientos encontrados. El llanto es una manera de drenar una emoción fuerte, normalmente tristeza. Y sí, estoy triste porque ya no estás, porque nos haces falta. Pero no puedo evitar pensar en lo bueno de un día como hoy en que, aunque el motivo no sea divertido, estamos todos juntos. Volteo a mi derecha y veo a tres niños maravillosos: tus nietos; más allá está mi mamá, mis hermanos, mis cuñados). Y es lindo ver cómo nos unes, es lindo ver la familia que creaste con mi mamá y recordar la vida que construyeron juntos. Es lindo que estemos aquí, y tú de alguna manera con nosotros. Es lindo haberte tenido como papá, haberte conocido, haberte aprendido tanto, haberte tenido conmigo 29 años.

Me sentí triste y me sentí bien, por extraño que suene. Lloramos cuando perdemos algo o a alguien a quien amamos, a quien consideramos excepcional y por ello lo extrañamos. Pero esa tristeza te hace saberte capaz de esos sentimientos tan grandes y nobles. ¿Te pasó alguna vez sentir una tristeza que te araña el alma por algo que perdiste, y sin embargo ser capaz de sonreír, de sentirte feliz y agradecido por aquéllo que aún tienes? Bueno, pues algo así.

Llorar también libera, de alguna manera, de eso que no sabemos cómo expresar. Hoy me hiciste el gran favor de exprimirme esas lágrimas a las que, aprovechando, sumé algunas otras tristezas ya acumuladas que no había podido llorar. Y me siento mucho mejor. Gracias por ello, entre tantas otras cosas.

Me hizo feliz, en fin, pasar la tarde con mi familia, que nos tengamos unos a otros y que no perdamos oportunidad de demostrarnos tanto afecto; me hace feliz que hayamos coincidido tú y yo acá; me hace feliz ser tu hija.

Te quiero Burris.

No hay comentarios:

Publicar un comentario